viernes, 24 de julio de 2009

CRIMEN

Con sus negras alas extendidas bajo el manto gris de la noche tempestuosa, iluminada a ratos por la luna, intenta rozar piel. Su víctima, embelesada por su vistoso ritual de apareamiento, se deja seducir sin oponer resistencia. Se brinda como sacrificio viviente a un dios pagano. El depredador sostiene en sus garras a la frágil presa que se entrega convencida de la buena voluntad de su verdugo. Inmolación consumada. Le da por muerta y le abandona sin el más mínimo remordimiento. Eleva el vuelo y se pierde en la negritud de la noche veraniega. El débil latido de un corazón agonizante todavía sostiene unida al cuerpo a la inocente alma. Es demasiado el dolor de verse burlada. Ya no lucha; guarda una última esperanza. Con el postrer suspiro abandona este mundo convencida de que el destino le permitirá en la siguiente vida perpetrar su venganza.

REMR
22/JUL./2009

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