Qué diferentes somos…
Tú,
viviendo a la espera
del momento fatal.
Yo,
viviendo a la espera
de poderte abrazar.
Qué parecidos somos,
que no sabemos amar…
Dependiendo de la fe ciega
para darle un toque real
a esto que nos atrapa;
renegando y dudando aún más
con el pecho herido y abierto
sin saber a dónde escapar.
Qué desgraciados somos…
Fichas de un juego de azar,
que escondidos entre sombras
nos amamos de verdad
y sin querer nos odiamos
con la misma intensidad
cuando los celos asechan
y no nos dejan pensar
y otra vez nos alejamos
a llorar nuestra soledad.
Qué diferentes somos…
Tú,
con un miedo añejo
en el alma
jurando que es ley de vida,
manteniéndote siempre alerta
a la espera del golpe y la herida.
Yo,
Con un miedo nuevo
en el alma
sabiendo que eres mi vida,
manteniendo abierta la puerta
porque sé que sin ti estoy perdida…
9/mar/2009
REMR
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