lunes, 1 de noviembre de 2010

SOY AGUA

Bastó que soplaras
para que mi piel de agua
se erizara y temblara
estremecida por tu aliento
y diminutas crestas
se agitaran como olas
mecidas al viento.
Tus caricias
fueron ondas expansivas
que, vertiginosas,
hicieron vibrar todo mi ser.
Al calor de tu fuego
se evaporó mi alma líquida
subiendo al cielo
para luego precipitarse a tierra
en torrencial aguacero
que bebiste del cántaro
como un sediento.
Ya satisfecho, hoy te alejas
y vuelvo a ser
el cristalino espejo,
al que el frío de tu abandono
congela...

REMR
23/oct./2010

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