viernes, 8 de febrero de 2008

BESAR EL ALMA


Cuando calla la razón, cuando habla el corazón, se produce el más sublime de los milagros. Dejamos de buscar señales en los gestos y la piel, y entendemos que lo esencial es invisible a los ojos. A pesar de la lejanía, deja de existir la distancia; a pesar de la ausencia, se hace posible acariciar. Entonces empiezan a cobrar sentido cosas sencillas como una flor, un atardecer, una melodía… Sólo estando en ese trance, habitado únicamente por lo imperceptible, envueltos en el más profundo de los silencios, nos llega como un rayo, inesperado, envuelto en luz un beso al alma…

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